Blog Católico de Javier Olivares, jubilado
¿Desgracia
o bendición?
el caballo blanco
En
un pequeño pueblo vivía un anciano con su hijo de 17 años.
Un día, el único
caballo blanco con que trabajaba saltó la reja y se fue con varios caballos
salvajes. La gente del pueblo murmuraba:
¡Qué desgracia la suya, Don Cipriano!,
y él, tranquilo, contestaba: "Quizás una desgracia o quizás una bendición".
Días
después, el caballo blanco volvió junto a un hermoso caballo salvaje, y la
gente saludaba al anciano diciéndole:
¡Qué bendición!, a lo que Don Cipriano
replicaba: "Quizás una desgracia o quizás una bendición".
A
los pocos días, el hijo adolescente, mientras montaba el caballo salvaje para
domarlo, fue derribado y se fracturó una pierna, a raíz de lo cual empezó a
cojear, y la gente le decía al anciano;
¡Qué desgracia la suya, buen hombre!, a
lo que él replicaba: "Quizás una desgracia o quizás una bendición".
Días
después se inició una guerra y todos los jóvenes del pueblo fueron llevados al
frente de batalla, pero a su hijo no lo llevaron por su cojera, y toda la gente
del pueblo saludaba al anciano y le comentaba:
¡Qué bendición la suya, Don
Cipriano!. Y él, con su fe inquebrantable, contestó una vez más diciendo:
"Sólo Dios lo sabe, quizás sea una bendición o quizás una desgracia".
Efectivamente,
sólo Dios sabe, y Él nunca se equivoca.
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