Blog Católico de Javier Olivares, jubilado

El Rincón de la Reflexión (Frases).
12 de abril de 2013
La ventana del hospital
Dos hombres, seriamente enfermos, ocupaban la misma habitación
en el hospital. A uno de ellos se le permitía estar sentado una hora todas las
tardes para que los pulmones drenaran sus fluidos. Su cama daba a la única
ventana de la habitación.
El otro hombre tenía que estar tumbado todo el tiempo. Los dos
se hablaban mucho. De sus mujeres y familiares, de sus casas, trabajos, el
servicio militar, dónde habían estado de vacaciones.
Y todas las tardes el hombre que se podía sentar frente a la
ventana, se pasaba el tiempo describiendo a su compañero lo qué veía por la
ventana. Éste, solamente vivía para esos momentos donde su mundo se expandía
por toda la actividad y color del mundo exterior.

La ventana daba a un parque con un bonito lago. Patos y cisnes
jugaban en el agua mientras los niños capitaneaban sus barcos teledirigidos.
Jóvenes amantes andaban cogidos de la mano entre flores de cada color del arco
iris. Grandes y ancestros árboles embellecían el paisaje, y una fina línea del
cielo sobre la ciudad se podía ver en la lejanía.
Mientras el hombre de la ventana describía todo esto con
exquisito detalle, el hombre al otro lado de la habitación cerraba sus ojos e
imaginaba la pictórica escena.
Una cálida tarde el hombre de la ventana describió un desfile en
la calle. Aunque el otro hombre no podía oír la banda de música- se la
imaginaba conforme el otro le iba narrando todo con pelos y señales. Los días y
las semanas pasaron
.
Una mañana, la enfermera entró para encontrase el cuerpo sin
vida del hombre al lado de la ventana, el cual había muerto tranquilamente
mientras dormía. Se puso muy triste y llamó al doctor para que se llevaran el
cuerpo. Tan pronto como consideró apropiado, el otro hombre preguntó si se
podía trasladar al lado de la ventana. La enfermera aceptó gustosamente, y
después de asegurarse de que el hombre estaba cómodo, le dejó solo.
Lentamente, dolorosamente, se apoyó sobre un codo para echar su
primer vistazo fuera de la ventana. Finalmente tendría la posibilidad de verlo
todo con sus propios ojos.

Se retorció lentamente para mirar fuera de la ventana que estaba
al lado de la cama. Daba a un enorme muro blanco. El hombre preguntó a la
enfermera qué había pretendido el difunto compañero contándole aquel
maravilloso mundo exterior.
Y ella dijo: - Quizás sólo quería animarle.
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