Blog Católico de Javier Olivares, jubilado
Meditación de las Letanías del Sagrado Corazón
Por San Juan Pablo II
22 -CORAZON DE JESÚS PROPICIACIÓN POR
NUESTROS PECADOS
17 de agosto, 1986
1-Corazón de Jesús, propiciación por
nuestros pecados.
El Corazón de Jesús. es fuente de vida,
porque por medio de El actúa la victoria sobre la muerte. Es fuente de
santidad, porque en El ha sido vencido el pecado que es adversario de la
santidad en el corazón del hombre.
Jesús, que el domingo de resurrección
entra por la puerta cerrado, en el Cenáculo, dice a los Apóstoles:
"Recibid el apiritu Santo: a quien perdonareis los pecados les serán
perdonados" (Jn 20,23).
Y diciendo esto, les muestra las manos y
el costado, en el que están visibles los signos de la crucifixi5 Muestra el
costado, lugar del Corazón traspasado por la lanza del centurión.
2- Así, pues, los Apóstoles han sido
llamados a volver al Corazón, que es propiciación por los pecados del mundo. Y
con ellos también nosotros somos llamados.
La potencia de la remisión de los
pecados, la potencia de la victoria sobre el mal que alberga en el corazón del
hombre, se encierra en la pasión y en la muerte de Cristo Redentor.Un signo
Particular de esta potencia redentora es precisamente el Corazón.
La Pasión de Cristo Y Su muerte se han
apoderado de todo su cuerpo. Se han cumplido mediante todas las heridas, que El
ha recibido durante la pasión. Y se han cumplido sobre todo en el Corazón,
porque el Corazón agonizaba mientras se apagaba todo el cuerpo. El Corazón se
consumía al ritmo del sufrimiento que producían todas las heridas.
3.En este despojamiento el Corazón ardía
de amor. Una llama viva de amor ha consumido el Corazón de Jesús en la cruz.
Este amor del Corazón fue la potencia
propiciadora por nuestros pecados. Ello ha superado - y supera para siempre -
todo el mal contenido en el pecado, todo el alejamiento de Dios, toda la
rebelión de la libre voluntad humana, que se opone a Dios y a su santidad.
El amor que ha consumado el Corazón de
Jesús el amor que ha causado la muerte de su Corazón - era y es una potencia
invencible. Mediante el amor del Corazón divino, la muerte ha logrado la
victoria sobre el pecado. Se ha convertido en fuente de vida y de santidad.
4.Cristo mismo conoce hasta el fondo
este misterio redentor de su Corazón. Es testimonio inmediato del mismo. Cuando
dice a los Apóstoles: Recibid el Espíritu Santo para la remisión de los
pecados, da testimonio de aquel Corazón que es propiciación por los pecados del
mundo.
María, que eres refugio de los
pecadores, ¡acércanos al Corazón de tu Hijo!
23 -CORAZÓN DE JESÚS SACIADO DE OPROBIOS
24 de agosto, 1986
1.Corazón de Jesús, saciado de oprobios.
Las Palabras de las letanías del Sagrado
Corazón de Cristo nos ayudan a releer el Evangelio de la pasión de Cristo.
Repasemos con los ojos del alma aquellos
momentos y acontecimientos desde la captura en Getsemaní al juicio de Anás y de
Caifés, la encarcelación nocturna, la sentencia matutina del Sanedrín, el
tribunal del Gobernador romano, el tribunal de Herodes el galileo, la
flagelación, la coronación de espinas, la sentencia de crucifixión, el vía
crucis hasta el lugar del Gólgota, y, a través de la agonía sobre el árbol de
la ignominia, hasta el último "Todo está cumplido".
Corazón de Jesús, saciado de oprobios.
2.Corazón de Jesús - el corazón humano
del Hijo de Dios -, tan conocedor de la dignidad de todo hombre, tan conocedor
de la dignidad de Dios-Hombre.
Corazón del Hijo, que es Primogénito de
toda creatura: - tan conocedor de la peculiar dignidad del alma y del cuerpo
del hombre; - tan sensible por todo lo que ofende esta dignidad: "saciado
de oprobios!.
3.Recordemos 1as palabras de Isaías
profeta: "He aquí a mi Siervo, a quien sostengo yo; mi elegido, en quien
se complace mi alma... El dará el derecho a las naciones. No gritará, no
hablará recio... No romperá la caña cascada ni apagará la mecha que se extingue"
(Is 42,1-3).
"Como de, El se pasmaron muchos,
tan desfigurado estaba, su aspecto, que no parecía ser de hombre" (Is
52,14). ... Varón de dolores y familiarizado con el sufrimiento, y como uno
ante el cual se oculta el rostro, menospreciado sin que le tengamos en
cuenta" (Is 53,3).
4.Corazón de Jesús, saciado de oprobios!
¡Corazón de Jesús saciado de oprobios! Signo de contradicción ... "Y una
espada atravesará tu alma ... " (Lc 2,34-35).
24 -CORAZÓN DE JESÚS DESPEDAZADO POR
NUESTROS DELITOS
31 de agosto, 1986.
Corazón de Jesús despedazado por
nuestros delitos.
Jesús de Nazaret, el que durante la
última Cena dijo: Esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros... Este es
el cáliz de mi Sangre derramada por vosotros".
Jesús: sacerdote fiel, que mediante su
propia sangre entra en el tabernáculo eterno.
Jesús: sacerdote, que según el orden de
Melquisedec nos deja Su sacrificio: haced esto ... : ¡Jesús - Corazón de Jesús!
2.Corazón de Jesús en Getsemaní, que
"se entristece hasta la muerte" que siente el "peso"
terrible. Cuando dice: "Todo te es posible: aleja de mi este cáliz"
(Mc.14,36). El sabe, al mismo tiempo, cuál es la voluntad del Padre, y no desea
otra cosa que cumplirla: derramar el cáliz hasta el fondo.
Corazón de Jesús, despedazado con la
eterna sentencia: efectivamente, Dios ha amado tanto al mundo hasta dar su Hijo
unigénito...
3.Tantos siglos antes lo había dicho
Isaías:
Pero fue El ciertamente quien soportó
nuestros sufrimientos y cargó con nuestros dolores, mientras que nosotros le
tuvimos por castigado, herido por Dios y abatido", (Is 53,4), El se ha
inmolado por nuestros delitos: y, sin embargo, ¿no decían en el Gólgota:
"Si eres hijo de Dios, baja de esa cruz"
(Mt 27,40)?
4.Así decían: Y, sin embargo, el Profeta
sabía. Y, sin embargo, Isaías decía..., tantos siglos antes: Fue traspasado por
nuestras iniquidades y molido por nuestros pecados... Todos nosotros andábamos
errantes como ovejas, siguiendo cada uno su camino: Y Yavé cargó sobre El la
iniquidad de todos nosotros... Fue arrancado de la tierra de los vivientes y
herido de muerte por el crimen de su pueblo" (Is 53,5-8).
5.¡Despedazado por nuestros delitos!
Corazón de Jesús., despedazado por los pecados...
Los sufrimientos de la agonía abrazan
gradualmente todo el cuerpo del Crucificado. Lentamente la muerte llega al
corazón.
Jesús dice: "Todo está
cumplido". " Padre, en tus manos entrego mi espíritu" (Lc
23,46).
¿Cómo iban a cumplirse las escrituras
diversamente?
¿Cómo iban a cumplirse diversamente las
palabras del Profeta que dice: "El Justo, mi Siervo, justificará a
muchos... Se cumplirá por su medio la voluntad del Señor" (Is 53,11)?
¡La voluntad del Padre! ¡No la mía, sino
tu voluntad!
6.Nos hemos unido en la oración contigo,
Madre de Cristo: contigo, que has participado en sus sufrimientos
("condoluit").. Tú nos conduces al Corazón de tu Hijo agonizante en
la cruz: cuando en su despojamiento se revela hasta el fondo como Amor.
Oh Tú, que has participado en sus
sufrimientos, permítenos perseverar siempre abrazando este misterio.
¡Madre del Redentor! ¡Acércanos al
Corazón de tu Hijo!
25 -CORAZÓN DE JESÚS HECHO OBEDIENTE
HASTA LA MUERTE
23 de julio, 1989.
"Corazón de Jesús, hecho obediente
hasta la muerte, ten piedad de nosotros"
1.Queridos hermanos y hermanas: esta
invocación de las Letanías del Sagrado Corazón nos invita hoy a contemplar el
Corazón de Cristo obediente. Toda la vida de Jesús está bajo el signo de una
perfecta obediencia a la voluntad del Padre, suprema y coeterna fuente de su
ser ( Jn 1,1-2): uno solo es su poder y su gloria, una sola su sabiduría; es
reciproco su infinito -amor. Por esta comunión de vida y de amor, el Hijo se
adhiere plenamente al proyecto del Padre, que quiere la salvación del hombre
mediante el hombre: en la "plenitud de los tiempos" nace de la Virgen
Madre (Gal 4,4) con un corazón obediente, para reparar el daño causado al
género humano por el corazón desobediente de los primeros padres.
Por esto, al entrar en el mundo Cristo
dice: "He aquí que vengo... a hacer, oh Dios, tu voluntad" (Hb 10,7).
"¡Obediencia" es el nuevo nombre del "amor"
2. Los Evangelios nos muestran a Jesús,
en el transcurso de su vida, siempre dedicado a hacer la voluntad del Padre. A
María y José, que durante tres días, afligidos, lo hablan buscado, Jesús, que
tenia doce años, les responde: "¿Por qué me buscábais? ¿No sabíais que yo
debla estar en la casa de mi Padre? (Lc 2,49). Toda su existencia está dominada
por este "yo debo" que determina sus opciones y guía su actividad. A
los discípulos dirá un día: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me
ha enviado y llevar a cabo su obra" (Jn 4,34); y les enseñara a orar así:
"Padre Nuestro... hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo"
(Mt 6, 10).
3.Jesús obedece hasta la muerte (Flp
2,8), aunque nada le resulte tan radicalmente opuesto como la muerte, ya que El
es la fuente misma de la vida (Jn 11,25-26).
En aquellas horas trágicas le
sobrevienen, inquietantes, el desconsuelo y la angustia ( Mt 26,37), el miedo y
la turbación ( Mc 14,33), el sudor de sangre y las lágrimas (Lc 22,44). Luego,
en la cruz, el dolor desgarra su cuerpo traspasado. La amargura - del rechazo,
de la traición, de la ingratitud -, llena su Corazón. Pero sobre todo domina la
paz de la obediencia. "No se haga mi voluntad, sino la tuya" (Lc
22,42). Jesús recoge las fuerzas extremas y, casi sintetizando su vida,
pronuncia la última palabra: "Todo está cumplido" (En 19,30).
4.Al alba, al mediodía y al atardecer de
la vida de Jesús,, late en su corazón un solo deseo: hacer la voluntad del
Padre. Contemplando esta vida, unificada por la obediencia filial al Padre,
comprendemos la palabra del Apóstol: Por la obediencia de uno solo todos serán
constituidos justos" (Rm 5,19), y la otra, misteriosa y profunda, de la
Carta a los Hebreos: "Aun siendo Hijo, con lo que padeció experimentó la
obediencia: y llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación
eterna para todos los que le obedecen" (5,8-9).
Que María Santísima, la Virgen del
"hágase" tembloroso y generoso, nos ayude también a nosotros a
"Aprender" esta lección fundamental.
26 -CORAZÓN DE JESÚS PERFORADO POR UNA
LANZA
30 de Julio, 1989
"Corazón de Jesús, Perforado por
una lanza, ten Piedad de nosotros"
1. Pocas páginas del Evangelio a lo
largo de los siglos han atraído la atención de los místicos, de los escritores
espirituales y de los teólogos tanto como el pasaje del Evangelio de San Juan
que nos narra la muerte gloriosa de Cristo y la escena en que le atraviesan el
costado (En 19,23-37). En esa página se inspira la invocación de las Letanías,
que he recordado hace un momento.
En el Corazón atravesado contemplamos la
obediencia filial de Jesús al Padre, cuya misión El realizó con valentía ( Jn
19,30) y su amor fraterno hacia los hombres a quienes El "amó hasta el
extremo" (Jn 13,1), es decir, hasta el extremo sacrificio de Si mismo. El
Corazón atravesado de Jesús es el signo de la totalidad de este amor en
dirección vertical y horizontal, como los dos brazos de la cruz.
2.El Corazón atravesado es también el
símbolo de la vida nueva, dada a los hombres mediante el Espíritu y los sacramentos.
En cuanto el soldado le dio el golpe de gracia, del costado herido de Cristo
"al instante salió sangre y agua" (Jn 19,34). La lanzada atestigua la
realidad de la muerte de Cristo. El murió verdaderamente, como había nacido
verdaderamente y como resucitará verdaderamente en su misma carne (Jn
20,24.27). Contra toda tentación antigua o moderna de docetismo, de ceder a la
"apariencia% el Evangelista nos recuerda a todos la cruda certeza de la
realidad. Pero al mismo tiempo tiende a profundizar el significado del
acontecimiento salvífico y a expresarlo a través del símbolo. El, por tanto, en
el episodio de la lanzada, ve un profundo significado: como de la roca golpeada
por Moisés brotó en el desierto un manantial de agua ( Nm 20,8-11), así del costado
de Cristo, herido por la lanza, brotó un torrente de agua para saciar la sed
del nuevo pueblo de Dios. Este torrente es el don del Espíritu, (Jn 7,37-39),
que alimenta en nosotros la vida divina.
3.Finalmente, del Corazón atravesado de
Cristo brota la Iglesia. Como del costado de Adán que dormía fue extraída Eva,
su esposa, así - según una tradición patrística que se remonta a los primeros
siglos -, del costado abierto del Salvador, que dormía sobre la cruz en el
sueño de la muerte, fue extraída la Iglesia, su esposa. Esta se forma
precisamente del agua y de la sangre, - Bautismo y Eucaristía -, que brotan del
Corazón traspasado. Por eso, con razón afirma la Constitución conciliar sobre
la liturgia: "Del costado de Cristo dormido en la cruz nació el sacramento
admirable de la Iglesia entera" (Sacrosanctum Concilium, 5).
4. "Junto a la cruz, advierte el
Evangelista, se encontraba "la Madre de Jesús (Jn 19,25). Ella vio el
Corazón abierto del que fluían sangre y agua - sangre tomada de su sangre -, y
comprendió que ¿a sangre del Hijo era derramada por nuestra salvación. Entonces
comprendió hasta el fondo el significado de las palabras que el Hijo le había
dirigido poco antes: "Mujer, he ahí a tu hijo" (Jn 19,26): la Iglesia
que brotaba del Corazón atravesado era confiada a sus cuidados de Madre.
Pidamos a María que nos guié a sacar
cada vez más abundantemente el agua de los manantiales de gracia que fluyen del
Corazón atravesado de Cristo.
27 -CORAZON DE JESÚS FUENTE DE TODA
CONSOLACIÓN
13 de agosto, 1989
"Corazón de Jesús, fuente de toda
consolación, ten piedad de nosotros".
1- Dios, Creador del cielo y de la
tierra, es también "el Dios de toda consolación" (2 Co 1,3; Rm 15,5).
Numerosas páginas del Antiguo Testamento nos muestran a Dios que, en su gran
ternura y compasión, consuela a su pueblo en la hora de la aflicción. Para
confortar a Jerusalén, destruida y desolada, el Señor envía a sus profetas a
llevar un mensaje de consuelo: "Consolad, consolad a mi pueblo... Hablad
al corazón de Jerusalén y decídle bien alto que ya ha cumplido su milicia"
(Is 40.1-2); y, dirigiéndose a Israel oprimido por el temor de sus enemigos,
declara: "Yo, yo soy tu consolador" (Is 51,12); e incluso,
comparándose con una madre llena de ternura hacia sus hijos, manifiesta su
voluntad de llevar paz, gozo y consuelo a Jerusalén: "Alegraos, Jerusalén,
y regocijaos por ella todos los que la amáis... de modo que os hartéis de sus
consuelos... Como uno a quien su madre le consuela, así yo os consolaré, y por
Jerusalén seréis consolados" (Is 66,10.11.13).
2.En Jesús, verdadero Dios y verdadero
hombre, nuestro hermano, el "Dios-que-consuela" se hizo presente
entre nosotros. Así lo indicó primeramente el justo Simeón, que tuvo la dicha
de acoger entre sus brazos al niño Jesús y de ver en El realizada 9a
consolación de Israel"(Lc 2,25). Y, en toda la vida de Cristo, la
predicación del Reino fue un ministerio de consolación: anuncio de un alegre
mensaje a los pobres, proclamación de libertad a los oprimidos, de curación a
los enfermos, de gracia y de salvación a todos (Lc 4,16-211: Is 61,1-2).
Del Corazón de Cristo brotó esta
tranquilizadora bienaventuranza: "Bienaventurados los que lloran, porque
ellos serán consolados" (Mt 5,5), así como la tranquilizadora invitación:
"Venid a mi todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré
descanso" (Mt 11,28).
La consolación que provenía del Corazón
de Cristo era participación en el sufrimiento humano, voluntad de mitigar el
ansia y aliviar la tristeza, y signo concreto de amistad. En sus palabras y en
sus gestos de consolación se unían admirablemente la riqueza del sentimiento y
la eficacia de la acción. Cuando, cerca de la puerta de la ciudad de Naím, vio
a una viuda que acompañaba al sepulcro a su hijo único. Jesús compartió su dolor:
"Tuvo compasión de ella" (Lc 7,13), tocó el féretro, ordenó al joven
que se levantara y lo restituyó a su madre (Lc. 7,14-15).
3.El Corazón del Salvador es también,
más aún, principalmente "fuente de consuelo" porque Cristo,
juntamente con el Padre, dona el Espíritu Consolador: "Yo pediré al Padre
y os dará otro Consolador para que esté con vosotros para siempre" (Jn
14,16: 14,25; 16,12): Espíritu de verdad y de paz, de concordia y de suavidad
de alivio y de consuelo: Espíritu que brota de la Pascua de Cristo (Jn
19,28-34) y del evento de Pentecostés (Hch 2,1-13).
4.Toda la vida de Cristo fue por ello un
continuo ministerio de misericordia y de consolación. La Iglesia, contemplando
el Corazón de Cristo y las fuentes de gracia y de consolación que de El manan,
ha expresado esta realidad estupenda con la invocación: "Corazón de
Cristo, fuente de todo consuelo, ten piedad de nosotros"
Esta invocación es recuerdo de la fuente
de la que, a lo largo de los siglos, la Iglesia ha recibido consolación y
esperanza en la hora de la prueba y de la persecución; es invitación a buscar
en el Corazón de Cristo la consolación verdadero, duradera y eficaz; es
advertencia para que, tras haber experimentado la consolación del Señor, nos
convirtamos también nosotros en convencidos y conmovidos portadores de ella,
haciendo nuestra la experiencia espiritual que hizo decir al Apóstol Pablo: el
Señor "nos consuela en toda tribulación nuestra para poder consolar a los
que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos
consolados por Dios" (2 Co 1,4).
Pidamos a María, Consoladora de los
afligidos, que, en los momentos oscuros de tristeza y angustia, nos guíe a
Jesús, su Hijo amado, "fuente de todo consuelo".
28 -CORAZÓN DE JESÚS VIDA Y RESURRECCIÓN
NUESTRA
27 de agosto, 1989
"Cor Jesu, vita et resurrectio
nostra, ten piedad de nosotros"
1. Esta invocación de las letanías del
Sagrado Corazón.. fuerte y convencida como un acto de fe, encierra en una frase
lapidaria todo el misterio de Cristo Redentor; nos recuerda las palabras
dirigidas por Jesús a Marta, afligida por la muerte de su hermano Lázaro:
"Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mi, aunque muera,
vivirá" (Jn 11,25).
Jesús es la vida que brota eternamente
de la divina fuente del Padre: "En el principio existía la Palabra y la
Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios .. En ella estaba la vida, y la
vida era la luz de los hombres(Jn1,1.4).
Jesús es vida en Sí mismo: "Como el
Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en si
mismo" (Jn 5,26). En el Último ser de Cristo, en su Corazón, la vida
divina y la vida humana se unen armónicamente, en plena e inseparable unidad.
Pero Jesús es también vida para nosotros
"Dar la vida" es el objetivo de la misión que El, Buen Pastor,
recibió del Padre: "Yo he venido para que tengan vida y la tengan en
abundancia" (Jn 10,10).
2.Jesús es también la resurrección. Nada
es tan radicalmente contrario a la santidad de Cristo - el Santo del Señor
(L.c. 1,35; Me 1,24) - como el pecado; nada es tan opuesto a El, fuente de
vida, como la muerte.
Un vinculo misterioso une pecado y
muerte (Sb 2,24; Rm 5,12; 6,23; etc): ambas son realidades esencialmente
contrarias al proyecto de Dios sobre el hombre, que no fue hecho para la
muerte, sino para la vida. Ante todo expresión de muerte, el Corazón de Cristo
se conmovió profundamente, y por amor al Padre y a los hombres, sus hermanos,
hizo de su vida un "prodigioso duelo" contra la muerte (Misal Romano,
Secuencia de Pascua): con una palabra restituyó la vida física a Lázaro, al
hijo de la viuda de Naín, a la hijo de Jairo; con la fuerza de su amor
misericordioso devolvió la vida espiritual a Zaqueo, a María Magdalena, a la
adúltera y a cuantos supieron reconocer su presencia salvadora.
3.Hermanos y hermanas: Nadie como María
ha experimentado que el Corazón de Jesús es "vida y resurrección":
De El, vida, María recibió la vida de la
gracia original y, en la escucha de su palabra y en la observación atenta de
sus gestos salvíficos, pudo custodiarla y nutrirla.
Por El, resurrección, Ella fue asociada
de modo singular a la victoria sobre la muerte: el misterio de su Asunción en
cuerpo y alma al cielo es el consolador documento de que la victoria de Cristo
sobre el pecado y sobre la muerte se prolonga en los miembros de su Cuerpo
Místico, y, como primero entre todos, en María, "miembro
excelentísimo" de la Iglesia (Lumen Gentiurn, 53).
Glorificada en el cielo, la Virgen está,
con su corazón de Madre, al servició de la redención obrada por Cristo.
"Madre de la vida"., está cerca de toda mujer que da a luz un hijo,
está al lado de todo fuente bautismal donde, por el agua y por el Espíritu (Jn
3,5) nacen los miembros de Cristo; "Salud de los enfermos", está
donde la vida se consume afectada por el dolor y la enfermedad; "Madre de
misericordia" Ella llama a quien ha caído bajo el peso de la culpa para
que vuelva a las fuentes de la vida; "Refugio de pecadores" señala, a
quienes se habían alejado de El, el camino que conduce a Cristo; "Virgen
dolorosa" junto al Hijo que muere (Jn 19,25), Ella está donde la vida se
apaga.
Invoquémosla con la Iglesia: "Santa
María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte".
29 -CORAZÓN DE JESÚS PAZ Y
RECONCILIACIÓN NUESTRA
3 de Septiembre, 1989
"Corazón de Jesús, paz y
reconciliación nuestra, ten piedad de nosotros"
1. Queridos hermanos y hermanas: Rezando
con fe esta hermosa invocación de las letanías del Sagrado Corazón, un
sentimiento de confianza y de seguridad se difunde en nuestro espíritu: Jesús
es de verdad nuestra paz, nuestra suprema reconciliación.
Jesús es nuestra paz. Es bien conocido
el significado bíblico del término "paz": indica, en síntesis, la
suma de los bienes que Jesús, el Mesías, ha traído, a los hombres. Por esto, el
don de la paz marca el inicio de su misión sobre la tierra, acompaña su
desarrollo y constituye su coronamiento. "Paz" cantan los ángeles
junto al pesebre del recién nacido "Príncipe de la Paz" (Lc. 2,14; Is
9,5). "Paz" es el deseo que brota del Corazón de Cristo, conmovido
ante la miseria del hombre enfermo en el cuerpo (Lc. 8,48)o en el espíritu (Lc.
7,50). "Paz" es el saludo luminoso del Resucitado a sus discípulos
(Lc. 24,36; Jn 20,19.26), que El, en el momento de dejar esta tierra, confía a
la acción del Espíritu, manantial de "amor, alegría, paz" (Gal 5,22).
2.Jesús es, al mismo tiempo, nuestra
reconciliación. Como consecuencia del pecado se produjo una profunda y
misteriosa fractura entre Dios, el Creador, y el hombre, su creatura. Toda la
historia de la salvación no es más que la narración admirable de las intervenciones
de Dios en favor del hombre a fin de que éste, en la libertad y en el amor,
vuelva a El; a fin de que a la situación de fractura suceda una situación de
reconciliación y de amistad, de comunión y de paz.
En el Corazón de Cristo, lleno de amor
hacia el Padre y hacia los hombres, sus hermanos, tuvo lugar la perfecta
reconciliación entre el cielo y la tierra: Fuimos reconciliados con Dios - dice
el Apóstol - por la muerte de su Hijo" (Rom 5,10).
Quien quiera hacer la experiencia de la
reconciliación y de la paz, debe acoger la invitación del Señor y acudir a El
(Mt 11,28). En su Corazón encontrará paz y descanso; allí, su duda se
transformará en certidumbre; el ansia, en quietud; la tristeza, en gozo; la
turbación, en serenidad. Allí encontrará alivio al dolor, valor para superar el
miedo, generosidad para no rendirse al envilecimiento y para volver a tomar el
camino de la esperanza.
3. El Corazón de la Madre es en todo
semejante al Corazón del Hijo. También la Bienaventurada Vírgenes para la Iglesia
una presencia de paz y de reconciliación: ¿ No es Ella quien, por medio del,
ángel Gabriel, recibió el mayor mensaje de reconciliación y de paz que Dios
haya jamás enviado al género humano (Lc. 1,26-38)?
María dio a luz a Aquel que es nuestra
reconciliación; Ella estaba al pie de la cruz cuando, en la sangre del Hijo
Dios reconcilió "con El todas las cosas" (Col 1,20); ahora,
glorificada en el cielo, tiene - como recuerda una plegaria litúrgica -
"un corazón lleno de misericordia hacia los pecadores, que, volviendo la
mirado a su caridad materna, en Ella se refugian e imploran el perdón" de
Dios (Misal Prefacio De Beata María Virgine).
Que María, Reina de la Paz, nos obtenga
de Cristo el don mesiánico de la paz y la gracia de la reconciliación, plena y perenne,
con Dios y con los hermanos. Por esto la imploramos.
30 -CORAZÓN DE JESÚS VICTIMA DE LOS PECADORES
10 de septiembre, 1989
"Corazón de Jesús, víctima de los
pecadores, ten piedad de nosotros"
1. Muy queridos hermanos y hermanas:
Esta invocación de las letanías del Sagrado Corazón nos recuerda que Jesús,
según la palabra del Apóstol Pablo, "fue entregado por nuestros
pecados" (Rm 4,25); pues, aunque El no había cometido pecado, "Dios
le hizo pecado por nosotros" (2 Co 5,21). Sobre el Corazón de Cristo
gravo, enorme, el peso del pecado del mundo.
En El se cumplió de modo perfecto la
figura del "cordero pascual", víctima ofrecida a Dios para que en el
signo de su sangre fuesen librados de la muerte los primogénitos de los hebreos
(Ex 12,21-27). Por tanto, justamente Juan Bautista reconoció en El al verdadero
"cordero de Dios" (Jn 1,29): cordero inocente, que habla tomado sobre
sí el pecado del mundo para sumergirlo en las aguas saludables del Jordán (Mt
3,13-16 y paralelos); cordero manso, "al degüello era llevado, y como
oveja que ante los que la trasquilan está muda" (Is 53,7), para que por su
divino silencio quedase confundida la palabra soberbia de los hombres inicuos.
Jesús es víctima voluntaria, porque se
ofreció libremente a su pasión (Misal Romano, Plegaria eucarística II, como
víctima de expiación por los pecados de los hombres (Lv 1,4; Hb 10,5-10) que
consumió en el fuego de su amor.
2.Jesús es víctima eterna. Resucitado de
la muerte y glorificado a la derecha del Padre, el conserva en su cuerpo
inmortal las señales de las llagas de las manos y de los pies taladrados, del
costado traspasado (Jn 20,27; L.c. 24,39-40) y los presenta al Padre en su
incesante plegaria de intercesión a favor nuestro (Hb 7,25; 8,34).
La admirable Secuencia de la Misa de
Pascua, recordando este dato de nuestra fe, exhorta:
"A la víctima pascual elevemos hoy
el sacrificio de alabanza. El cordero ha redimido a su grey. El inocente nos ha
reconciliado a nosotros pecadores con el Padre" (Secuencia Victimae
Paschali, estrofa l).
Y el prefacio de esa misma solemnidad
proclama: Cristo es "el verdadero cordero que quitó el pecado del mundo,
muriendo destruyó nuestra muerte, y resucitando restauró la vida".
3.Hermanos y hermanas: En esta hora de
la plegaria mariana hemos contemplado el Corazón de Jesús víctima de nuestros
pecados; pero antes que todos y más profundamente que todos lo contempló su
Madre dolorosa,, de la que la liturgia canta: "Por los pecados de su
pueblo Ella vio a Jesús en los tormentos del duro suplicio" (Secuencia
Stabat Mater, estrofa 7).
En la proximidad de la memoria litúrgica
de la Bienaventurada Virgen María Dolorosa, recordemos esta presencia intrépida
e intercesora de la Virgen bajo la cruz del Calvario, y pensemos con inmensa
gratitud que, en aquel momento, Cristo, que estaba para morir, víctima de los
pecados del mundo, nos la confió como Madre: "Ahí tienes a tu madre"
(Jn 19,27).
Confiemos a María nuestra plegaria,
mientras decimos a su Hijo Jesús: Corazón de Jesús, víctima de nuestros
pecados, acoge nuestra alabanza, la gratitud perenne, el arrepentimiento
sincero. Ten piedad de nosotros hoy y siempre. Amén.
31 -CORAZÓN DE JESÚS SALVACIÓN DE LOS
QUE EN TI ESPERAN
17 de septiembre, 1989
Amadísimos hermanos y hermanas!
1.A esta hora del Ángelus detengámonos
durante algunos instantes para reflexionar sobre esa invocación de las letanías
del Sagrado Corazón que dice: "Corazón de Jesús, salvación de los que en
ti esperan, ten piedad de nosotros".
En la Sagrada Escritura aparece
constantemente la afirmación según la cual el Señor es "un Dios que
salva" (Ex 15,2; Sal 51,16; 79,9; Is 46,13) y la salvación es un don
gratuito de su amor y de su misericordia. El Apóstol Pablo, en un texto de alto
valor doctrinal, afirma incisivamente: Dios "quiere que todos los hombres
se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad" (1 Tm 2,4;4,10).
Esta voluntad salvífica, que se ha
manifestado en tantas intervenciones admirables de Dios en la historia, ha
alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret, Verbo Encarnado, Hijo de Dios e Hijo
de María, pues en El se ha cumplido con plenitud la palabra dirigida por el
Señor a su "Siervo". "Te voy a poner por luz de las gentes, para
que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra" (Is 49,6; Lc.
2,32).
2.Jesús es la epifanía del amor
salvífico del Padre (Tt 2,11; 3,4). Cuando Simeón tomó en sus brazos al niño
Jesús, exclamó: "han visto mis ojos tu salvación" (Mc 2,30).
En efecto, en Jesús todo está en función
de su mis¡ 1 de Salvador: el nombre que lleva ("Jesús" significa
"Dios salva", las palabras que pronuncia, las acciones que realiza y
los sacramentos que instituye.
Jesús es plenamente consciente de la
misión que el Padre le ha confiado: "el Hijo del hombre ha venido a buscar
y salvar lo que estaba perdido" (Lc. 19 ,10). De su corazón, es decir, del
núcleo más intimo de su ser, brota ese celo por la salvación del hombre que lo
impulsa a subir, como manso cordero, al monte del Calvario, a extender sus
brazos en la cruz y a Var su vida como rescate por muchos" (Mc 10,45).
En el Corazón de Cristo podernos, por
tonto, colocar nuestra esperanza. Ese Corazón dice la invocación es salvación
"para los que esperan en El". El Señor mismo que, la víspera de su
pasión, pidió a los Apóstoles que tuvieran confianza en El - "No se turbe
vuestro corazón. Creéis en Dios; creed también en mi"(Jn 14,1) - hoy nos
pide a nosotros que confiemos plenamente en EL: nos lo pide porque nos urna;
porque, para nuestra salvación, tiene su Corazón traspasado y sus pies y manos
perforados. Quien confía en Cristo y cree en el poder de su amor renueva en sí
la experiencia de María Magdalena, como nos la presento la liturgia pascual:
"Cristo, esperanza mía, ha resucitado" (Domingo de Pascua,
Secuencia).
¡Refugiémonos, por consiguiente, en el
Corazón de Cristo! El nos ofrece una Palabra que no pasa (Mt 24,25), un amor
que no desfallece, una amistad que no se resquebraja.. una presencia que no
cesa (Mt 28,20)!
Que la Bienaventurado Virgen, 17que
acogió en su corazón inmaculado al Verbo de Dios y mereció concebirlo en su
seno virginal" (Prefacio de la Misa votiva de la Bienaventurada Virgen
Moría Madre de la Iglesia) nos enseñe a poner en el corazón de su Hijo nuestra
total esperanza, con la certeza de que ésta no quedará defraudada.
32 -CORAZÓN DE JESÚS ESPERANZA DE LOS
QUE EN TI MUEREN
5 de noviembre, 1989
Amadísimos hermanos y hermanos:
1.La reciente conmemoración de todos los
fíeles difuntos nos invita hoy a contemplar, bojo una luz de fe y de esperanza,
la muerte del cristiano, para la que las letanías del Sagrado Corazón -objeto
de nuestras reflexiones en anteriores encuentros dominicales -nos ponen en los
labios la invocación: "Corazón de Jesús, esperanza de los que en ti
mueren, ten piedad de nosotros".
La muerte forma parte de la condición
humana: es el momento terminal de la fase histórica de la vida. En la
concepción cristiano, la muerte es un paso: de la luz creada a la luz increada,
de la vida temporal a la vida eterna.
Ahora bien, si el Corazón de Cristo es
la fuente de la que el cristiano recibe luz y energía para vivir como hijo de
Dios, ¿a qué otra fuente se dirigid para sacar la fuerza necesaria para morir
de modo coherente con su fe? Como "vive en Cristo", así no puede
menos de "morir en Cristo".
La invocación de las letanías recoge la
experiencia cristiana ante el acontecimiento de la muerte: el Corazón de
Cristo, su amor y su misericordia, son esperanza y seguridad para quien muere
en EL.
2.Pero conviene que nos detengamos un
momento a preguntamos: ¿Qué significa "morir en Cristo"? Significa
ante todo, amadísimos hermanos y hermanas, leer el evento desgarrador y
misterioso de la muerte a la luz de la enseñanza del Hijo de Dios y verlo, por ello,
como el momento de la partida hacia la casa del Padre, donde Jesús, pasando
también El a través de la muerte, ha ido a preparamos un lugar (Jn 14,2); es
decir significa creer que, a pesar de la destrucción de nuestro cuerpo, la
muerte es premisa de vida y de fruto abundante ( Jn 12,24).
"Morir en Cristo" significa,
además, confiar en Cristo y abandonarse totalmente a El, poniendo en sus manos
- de hermano, de amigo, de buen Pastor - el propio destino, así como El,
muriendo, puso su espíritu en las manos del Padre (L.c. 23,46). Significa
cerrar los ojos a la luz de este mundo en la paz, en la amistad, en la comunión
con Jesús, porque nada, "ni la muerte ni la vida... podrá separarnos del
amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro" (Rm 8,38-39). En
aquella hora suprema, el cristiano sabe que, aunque el corazón le reproche
algunas culpas, el Corazón de Cristo es más grande que el suyo y puede borrar
toda su deuda si él está arrepentido (1 Jn 3,20).
3."Morir en Cristo" significa
también, queridos hermanos y hermanas, fortificarse para aquel momento decisivo
con los "signos santos" del "paso pascual": el sacramento
de la Penitencia, que nos reconcilia con el Padre y con todas las criaturas; el
santo Viático, Pan de vida y medicina de inmortalidad; y la Unción de los
enfermos, que da vigor al cuerpo y al espíritu para el combate supremo.
"Morir en Cristo" significa
finalmente, "morir como Cristo": orando y perdonando, teniendo junto
a si a la bienaventurada Virgen. Como madre, Ella estuvo junto a la cruz de su
Hijo (Jn 19,25); como madre está al lado de sus hijos moribundos, Ella que, con
el sacrificio de su corazón, cooperó a engendrarlos a la vida de la gracia
(Lumen Gentium, 53); está al lado de ellos, presencia. compasivo y materno,
para que del sufrimiento de la muerte nazcan a la vida de la gloria.
33 -CORAZÓN DE JESÚS DELICIA DE TODOS
LOS SANTOS
Amadísimos hermanos y hermanos:
12 de noviembre, 1989
1.La Iglesia se alegra hoy por la
glorificación de dos de sus hijos: Inés de Bohemia y Alberto Chmielowski.
Estos dos santos se van a añadir a
aquella "muchedumbre inmensa" que la liturgia nos ha invitado a
contemplar en la reciente solemnidad de Todos los Santos. Ante un espectáculo
tan exultante sube espontáneamente a los labios la invocación de las letanías:
"Corazón de Jesús, gozo de todos los santos, ten piedad de nosotros".
De la esperanza al cumplimiento, del
deseo a la realización, de la tierra al cielo: este parece ser, amadísimos
hermanos y hermanas, el ritmo según el cual suceden las tres últimas
invocaciones de las letanías del Sagrado Corazón. Tras las invocaciones
"salvación de los que en ti esperan" y "esperanza de los que en
ti mueren" las letanías concluyen dirigiéndose al Corazón de Jesús como
"gozo de todos los santos". Es ya visión del paraíso: es anotación
veloz acerca de la vida del cielo: es palabra breve que abre horizontes
infinitos de bienaventuranza eterna.
2. Sobre esta tierra el discípulo de
Jesús vive en la espera de alcanzar a su Maestro, en el deseo de contemplar su rostro,
en la aspiración ardiente de vivir siempre con él. En el cielo, en cambio,
cumplida la espera, el discípulo Ya ha entrado en el gozo de su Señor (Mt
25,21.23); contempla el rostro de su Maestro, ya no transfigurado durante un
solo instante(Mt 17,2; Mc 9,2; Lc 9,28), sino resplandeciente para siempre con
el fulgor de la eterna luz ( Hb 1,3); vive con Jesús y de la misma vida de
Jesús. La vida del cielo no es más que la fruición perfecta, indefectible e
intensa, del amor de Dios - Padre, Hijo y Espíritu Santo - y no es más que la
revelación total del ser íntimo de Cristo, y la comunicación plena de la vida y
del amor que brotan de su Corazón. En el cielo los bienaventurados ven
satisfecho todo deseo, cumplida toda profecía, aplacada toda sed de felicidad,
y colmada toda aspiración.
3.Por eso el Corazón de Cristo es la
fuente de la vida de amor de los saritos. en Cristo y por medio de Cristo los
bienaventurados del cielo son amados por el Padre, que los une a Si con el
vínculo del Espíritu, divino Amor: en Cristo y por medio de Cristo, ellos aman
al Padre y a los hombres, sus hermanos, con el amor del Espíritu.
El Corazón de Cristo es el espacio vital
de los bienaventurados: el lugar donde ellos permanecen en el amor (Jn 15,9),
sacando de él gozo perenne y sin límite. La sed infinita de amor, misteriosa
sed que Dios ha puesto en el Corazón divino de Cristo.
Allí se manifiesta en plenitud el amor
del Redentor hacia los hombres, necesitados de salvación; del Maestro hacia los
discípulos, sedientos de verdad; del Amigo que anula las distancias y eleva a
los siervos a la condición de amigos, para siempre, en todo. El intenso deseo,
que Sobre la tierra se manifestaba en la súplica "Ven, Señor Jesús"
(Ap 22,20), ahora, en el cielo, se transforma en visión cara a cara, en
posesión tranquila, en fusión de vida: de Cristo en los bienaventurados y de
los bienaventurados en Cristo.
Elevando hacia ellos la mirada del alma
y contemplándolos en tomo a Cristo juntamente con su Reina, la Virgen
Santísima, nosotros repetirnos hoy, con firme esperanza, la alegre invocación:
"¡Corazón de Jesús, gozo de todos los santos, ten piedad de
nosotros!".
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