Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
EL
VIEJO ÁRBOL
Una
soleada mañana un hermoso pajarillo decidió pararse en una de las secas ramas
de un viejo árbol.
Mientras
el ave limpiaba cuidadosamente su rojo plumaje, escuchó que el árbol se
lamentaba:
-¡Qué
triste me siento! ¡Antes era bello y frondoso, ahora sólo soy un montón de
frágiles ramas! ¡A quien le importa un árbol que no da frutos! ¡Ni siquiera los
niños quieren treparme!
-¿A
que se debe tanta desdicha?- preguntó el pajarillo al árbol.
-Pues
verás, hace más de dos meses que los dueños de esta casa se fueron y desde ese
día no he probado una sola gotita de agua, si no llueve pronto seguro que
moriré.
-¡Oh!
¡Que triste! Quisiera ayudarte, pero no sé como, sólo soy un pequeño pajarillo.
-¿Crees
que puedas traerme aunque sea un chorrito de agua fresca en tu piquito?-
Preguntó el árbol.
-¡Claro!-
dijo el pajarillo- ¡Es una excelente idea!, voy a pedir ayuda a todos los
pájaros del rumbo y juntos te refrescaremos ¡Ya verás!
-¡Muchas
gracias pajarillo!- Exclamó el árbol.
Las
palomas, los cenzontles, los jilgueros, las calandrias, y otras aves del lugar,
se reunieron en el río y dirigidas por el pajarillo rojo llevaron en sus picos
agua para el viejo árbol.
-¡Gracias!
¡Muchas gracias a todos! ¡Que feliz y vivo me siento!-
Exclamó el árbol cuando,
después de una larga espera, pudo disfrutar la lluvia que los pajaritos dejaban
caer sobre él.
Todos
los días los pájaros regaban con mucha generosidad al árbol. Poco a poco el
viejo árbol recuperó su color, miles de hojas volvieron a crecer entre sus
ramas y su tronco se hizo cada vez más fuerte. Todo él volvió a estar lleno de
hermosas y fragantes flores que pronto se convirtieron en jugosas manzanas.
¡Que bello! El árbol volvió a sentirse vivo y frondoso.
La
hermosura y presencia que el árbol daba al patio en el que vivía provocó que la
casa nuevamente fuera habitada. Todos los días la señora de la casa regaba al
árbol y éste cada vez estaba más resplandeciente. Los pájaros felices por la
llegada de la primavera y por la dicha del árbol decidieron organizar una
fiesta en el patio.
¡No!
¡No se paren en mis ramas! ¡Por favor!- dijo el árbol a los pajaritos- Que no
ven que pueden tirar mis hojas, mis flores y mis frutos. A nadie le gustan los
árboles secos. Busquen otro árbol para brincotear, hay muchos por este lugar.
El pajarillo rojo, junto con los otros pájaros, se fueron muy tristes por la
actitud del árbol a quien tanto habían ayudado.
La
mañana siguiente una paloma intentaba hacer su nido en el viejo árbol. El árbol
muy enfadado dijo:
-¡Oye! ¿Qué no vez que puedes dañar y ensuciar mis ramas y mi
tronco? Hay muchos lugares donde puedes hacer tu nido, por que no buscas otro
La paloma huyó avergonzada y entristecida. Lo mismo pasó con el jilguero y la
calandria que intentaban alimentarse con las manzanas del árbol.
Poco
a poco, los pájaros se alejaron del patio y dejaron de visitar al árbol. El
árbol continuó hermoso y resplandeciente por un tiempo; pero cada día se sentía
más pesado. Nadie comía ni tiraba sus manzanas. Tenía tantos frutos y flores
encima que sus ramas y su tronco comenzaron a inclinarse.
La señora de la casa
pidió a su esposo que cortara el árbol porque en cualquier momento podría
caerse.
El
árbol, que escuchó lo que la mujer decía a su marido, lloró desconsoladamente.
Los pájaros escucharon sus sollozos y acudieron al patio.
-¿Qué
te pasa viejo árbol? ¿Por qué lloras?- Preguntó el pajarillo rojo.
-¡Estoy
muy triste! ¡No dejé que ustedes tiraran mis flores, ni que comieran de mis
frutos, ahora mis ramas pesan tanto que mi tronco se ha doblado y van a
cortarme!
-No
llores, viejo árbol, nosotros te vamos a ayudar- Dijo el jilguero.
Las
aves comenzaron a tirar las manzanas, las flores y las hojas del árbol. Poco a
poco el viejo árbol se enderezó y los señores de la casa decidieron no
cortarlo.
Aunque por un tiempo el árbol sólo tuvo unas cuantas hojas entre sus
ramas, vivió feliz rodeado de pajaritos pues logro comprender el valor del
agradecimiento, del servicio y de la generosidad.
Sobre
la autora del Cuento:
Denisse Itzel Torres Beltrán
Denisse
Itzel Torres Beltrán, nació el 27 de diciembre de 1990 en la ciudad y puerto de
Lázaro Cárdenas, Mich. Actualmente vive en la ciudad de Morelia.
Tiene
19 años y estudia la licenciatura en educación primaria en la ENUF “Profr. J.
Jesús Romero Flores”. En el año 2009 fue acreedora del primer lugar de cuento
en la institución a la que asiste.
Sus
pasatiempos favoritos son leer, escribir, cantar y tocar algunos instrumentos
musicales tradicionales de tierra caliente.
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