martes, 29 de diciembre de 2020

Comentario del Evangelio: "LA PROFETISA ANA DABA GRACIAS A DIOS Y HABLABA DEL NIÑO A TODOS". (Lc 2, 36-40)

Blog Católico de Javier Olivares, jubilado

D. Jesús Mateo es un sacerdote amigo de Valladolid, que me manda diariamente  un lindo comentario del Evangelio. Pienso que vale la pena compartirlo con los sacerdotes y con  los seglares que lo soliciten. Lo pongo todos los días en dos de mis Blogs católicos. Franja

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30 de diciembre, miércoles de 2020.

Comentario del Evangelio: "LA PROFETISA ANA DABA GRACIAS A DIOS Y HABLABA DEL NIÑO A TODOS". (Lc 2, 36-40)

Ayer hablábamos del Anciano Simeón que "vio" al Niño Jesús en el Templo y dio gracias a Dios por haberle visto y exclamó que ya podía irse en paz a la otra vida una vez que había visto al Mesías. 

Hoy el Evangelio nos habla de una anciana y profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años de casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con oraciones y ayunos.

Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.

Me caen en gracia y me son simpáticos estos dos ancianos, Simeón y Ana.

Los dos son muy piadosos y pasan horas en el Templo haciendo oración.

Además de los ángeles y de los pastores, ellos anunciaron al mundo el nacimiento del Salvador.

En este día quiero tener un recuerdo cariñoso para  Simeón y Ana, y al mismo tiempo para los abuelos y personas mayores

Estoy convencido de que las personas mayores son una fuerza, un activo con el que cuentan la Iglesia y la sociedad. Sin duda alguna sus vidas y sus testimonios constituyen "piedras vivas" y modelos para los hijos y para los nietos.

Con su vida y con su ejemplo son auténticos testigos de una vida llena de fe y de experiencia.

Conocemos a tantos y tantos ancianos que son la alegría de sus nietos.

Personas mayores con espíritu joven; generosos en las propinas a los nietos, con una sonrisa ante el dolor; evitando las quejas, agradeciendo los servicios que les hacen; sin ocultar que rezan y confían en el Señor.

Ellos nos enseñan algo maravilloso: Que el amor no entiende de años ni de jubilación. Son y serán siempre jóvenes. 

Yo te invito a rezar y pedir para todas las personas mayores lo que San Pablo aconsejaba a su discípulo Tito:

"Que los ancianos sean sobrios, dignos, prudentes, fuertes en la fe, en la caridad y en la paciencia". (Tt 2, 2).

Que intercedan por ellos el anciano Simeón y la profetisa Ana.

Jesús Mateo. Sacerdote.

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Que Dios pague este  esfuerzo diario y que Santa María la Virgen no nos abandone  nunca. Que el Señor nos bendiga y nos guarde. Un abrazo.   Franja.

Confeccionado o adaptado por Franja para ponerle en dos de los Blogs católicos de Javier Olivares. baionés jubilado. Baiona.

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