Blog Católico de Javier Olivares, jubilado
1.- LA TRANSFIGURACIÓN.
Por Javier Leoz
1.- “Maestro; qué bien se está aquí” (Mc 9,2-10) Para sentir
algo tan difícil como el bienestar interno y externo necesitamos buscar
“Tabores” que nos conviertan en personas nuevas. Experiencias personales donde
el traje de nuestra vida y de nuestras actitudes resplandezcan en un blanco
deslumbrador por el secreto escondido que todos llevamos dentro: la presencia
de Dios.
Sólo cuando seamos capaces de alejarnos del ruido, de correr y
rasgar los velos que el mundo pone delante de nosotros, reconoceremos el papel
que juega Jesús en nuestra existencia y lo que pretende de ella.
--Tabor son aquellas situaciones que Dios nos regala y donde, de
una forma sorprendente, comprobamos que El camina junto a nosotros.
--Tabor es el monte idílico del que nunca quisiéramos descender
para no enfrentarnos a las numerosas cruces que nos aguardan. Es la otra cara
de la moneda: las dificultades de nuestra misión cristiana como paso previo a
la Resurrección.
--Tabor es la claridad que nos hace ver, leer, escrutar y
asombrarnos ante la huella de Dios por su Palabra y en sus Misterios
--Tabor es, ante todo, aquel momento que Dios nos brinda para
adquirir la capacidad de comprensión y entendimiento: detrás de la humanidad de
Jesús se descubre la grandeza y el poderío de Dios.
2.- ¡Hagamos miles de tiendas! Tres tiendas pretendía levantar
Pedro movido por una atmósfera de paz y de éxtasis espiritual y miles de
tiendas, quisiéramos construir muchos de nosotros, para vivir cosidos al
Maestro permanentemente. Para que nuestra vida no tuviera resquicio de duda ni
de pecado, de división ni de dificultades.
-Tres tiendas quería Pedro y vivir de espaldas al llano que le
aguardaba, del martirio y de las complicaciones que le traería el ser discípulo
de Jesús.
Otras tantas, que protegen y fortalecen la vida cristiana,
podemos tener nosotros:
Cuando vivimos con intensidad una eucaristía: nuestro interior
resplandece a la luz de la Fe.
-Cuando, como penitentes, reconocemos que en el Sacramento de la
Reconciliación se alcanza la paz consigo mismo y, sobre todo, con el mismo
Dios.
-Cuando escuchamos la Palabra de Dios que nos propone caminos
para ser hombres y mujeres enteramente nuevos.
-Cuando en las situaciones de cada día descubrimos que Jesús se
transfigura en los pequeños detalles, en las grandes opciones que realizamos,
en las cruces que abrazamos.
3.- ¡Hagamos miles de tiendas, Señor! No para estar ajenos a la
realidad que nos produce hastío o cicatrices en el cuerpo, en el corazón o en
el alma:
-Una tienda cuyo techo sea el cielo que nos habla de tu
presencia Señor.
-Una tienda, sin puerta de entrada ni salida, para que siempre
nos encuentres en vela, despiertos y contemplando tu realeza.
-Una tienda en la que todos aprendamos que la CRUZ es condición
necesaria e insoslayable en la fidelidad cristiana.
-Una tienda que nos ayude a entender que aquí todos somos
nómadas. Que no importa tanto el estar instalados cuanto estar siempre cayendo
en la cuenta de que todo es fugaz y pasajero.
-Una tienda, Señor, que nos proteja de las inclemencias de los
fracasos y tumbos de nuestra vida cristiana.
-Una tienda, Señor, que nos ayude a ESCUCHAR tu voz en el
silencio del desierto.
-Una tienda, Señor, donde permanentemente sintamos cómo se mueve
su débil estructura al soplo de tu voz: “Tú eres mi Hijo amado”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario