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Los cristianos y la
veneración
a las Reliquias de
los Santos
por Lorena Bais
La costumbre cristiana de venerar reliquias tiene a sus espaldas
siglos de historia. Con estos objetos muchos bautizados recuerdan a hombres y
mujeres de todos los tiempos que han testimoniado, de modo especial, su amor a
Cristo y su fidelidad a la fe.
En ocasiones, sin embargo, se han producido desviaciones,
engaños o excesos que falsean el sentido correcto que tienen las reliquias
según la Iglesia. Por eso podemos preguntarnos: ¿cuál es la doctrina católica
sobre el tema de las reliquias?
Tras el Vaticano II, y después de un largo proceso de revisión,
el Papa Juan Pablo II promulgó el año 1983 un nuevo “Código de Derecho
Canónico”. En el mismo hay una sección dedicada al “culto de los santos, de las
imágenes sagradas y de las reliquias”, que recoge los cánones 1186-1190. Tras
ofrecer algunas normas sobre el culto de los santos y sobre las imágenes, el
canon 1190 habla explícitamente de las reliquias:
“Canon 1190: #1. Está terminantemente prohibido vender reliquias
sagradas.
# 2. Las reliquias insignes, así como aquellas otras que son
honradas con gran veneración por el pueblo, no pueden en modo alguno enajenarse
válidamente o ser trasladadas a perpetuidad sin licencia de la Sede Apostólica.
# 3. Lo prescrito en el # 2, vale también para aquellas imágenes
que, en una iglesia, son honradas con gran veneración por el pueblo”.
Hay otro canon que alude a las reliquias, dentro del capítulo
dedicado a los altares. En concreto, se recuerda que “debe observarse la
antigua tradición de colocar bajo el altar fijo reliquias de los Mártires o de
otros Santos, según las normas establecidas en los libros litúrgicos” (canon
1237, # 2).
De los últimos años, podemos evocar dos documentos de
importancia que hablan sobre este tema. En primer lugar, el “Catecismo de la
Iglesia Católica” (del año 1993), que alude brevemente a las reliquias al
referirse a las diversas formas de devoción popular. En concreto, afirma lo
siguiente:
“Además de la liturgia sacramental y de los sacramentales, la
catequesis debe tener en cuenta las formas de piedad de los fieles y de
religiosidad popular. El sentido religioso del pueblo cristiano ha encontrado,
en todo tiempo, su expresión en formas variadas de piedad en torno a la vida
sacramental de la Iglesia: tales como la veneración de las reliquias, las
visitas a santuarios, las peregrinaciones, las procesiones, el vía crucis, las
danzas religiosas, el rosario, las medallas, etc.” (Catecismo de la Iglesia
Católica n. 1674).
Reliquia de S.Pio de Pietrelcina
En el número siguiente el Catecismo explica que la religiosidad
popular está en relación con la liturgia de la Iglesia, pero sin sustituirla.
En el n. 1676, más elaborado, se recuerda la necesidad de “un discernimiento
pastoral para sostener y apoyar la religiosidad popular y, llegado el caso,
para purificar y rectificar el sentido religioso que subyace en estas
devociones y para hacerlas progresar en el conocimiento del Misterio de Cristo
(cf. Catechesi tradendae n. 54). Su ejercicio está sometido al cuidado y al
juicio de los obispos y a las normas generales de la Iglesia (cf. Catechesi
tradendae 54)”. Luego se dan a entender aspectos positivos de esta religiosidad
popular, que tanto valor tiene para promover la relación entre lo humano y lo
divino.
El segundo documento fue publicado el año 2002 (tras la
aprobación del Papa Juan Pablo II el año anterior) por la Congregación para el
culto divino y la disciplina de los sacramentos, con el título “Directorio
sobre la piedad popular y la liturgia. Principios y orientaciones”. En este
Directorio se ofrece un marco histórico, magisterial y teológico para
comprender las diversas formas de devoción popular, entre las que se encuentra
la veneración a las reliquias. Al mismo tiempo, se ofrecen orientaciones que
sirven para armonizar, según lo que había sido pedido en el Concilio Vaticano II,
la piedad popular y la liturgia.
El Directorio trata el tema de las reliquias sobre todo en dos
números (236 y 237). En ellos encontramos, en primer lugar, una descripción o
presentación de lo que son las reliquias y de los tipos o clases de las mismas:
Reliquia de San Pablo...Malta
“236. El Concilio Vaticano II recuerda que «de acuerdo con la
tradición, la Iglesia rinde culto a los santos y venera sus imágenes y sus
reliquias auténticas». La expresión «reliquias de los Santos» indica ante todo
el cuerpo - o partes notables del mismo - de aquellos que, viviendo ya en la
patria celestial, fueron en esta tierra, por la santidad heroica de su vida,
miembros insignes del Cuerpo místico de Cristo y templos vivos del Espíritu
Santo (cf. 1Cor 3,16; 6,19; 2Cor 6,16). En segundo lugar, objetos que
pertenecieron a los Santos: utensilios, vestidos, manuscritos y objetos que han
estado en contacto con sus cuerpos o con sus sepulcros, como estampas, telas de
lino, y también imágenes veneradas”.
En un segundo momento, según lo que ya vimos al recordar el
“Código de Derecho Canónico”, el Directorio alude al tema del uso de las
reliquias en los altares. En concreto, afirma:
“237. El Misal Romano, renovado, confirma la validez del «uso de
colocar bajo el altar, que se va a dedicar, las reliquias de los Santos, aunque
no sean mártires». Puestas bajo el altar, las reliquias indican que el
sacrificio de los miembros tiene su origen y sentido en el sacrificio de la
Cabeza, y son una expresión simbólica de la comunión en el único sacrificio de
Cristo de toda la Iglesia, llamada a dar testimonio, incluso con su sangre, de
la propia fidelidad a su esposo y Señor”.
El mismo n. 237 del Directorio ofrece una serie de indicaciones
concretas para una pastoral que ayude a los católicos a hacer un buen uso de
las reliquias:
“A esta expresión cultual, eminentemente litúrgica, se unen
otras muchas de índole popular. A los fieles les gustan las reliquias. Pero una
pastoral correcta sobre la veneración que se les debe, no descuidará:
-asegurar su autenticidad; en el caso que ésta sea dudosa, las
reliquias, con la debida prudencia, se deberán retirar de la veneración de los
fieles;
-impedir el excesivo fraccionamiento de las reliquias, que no se
corresponde con el respeto debido al cuerpo; las normas litúrgicas advierten
que las reliquias deben ser de «un tamaño tal que se puedan reconocer como
partes del cuerpo humano»;
-advertir a los fieles para que no caigan en la manía de
coleccionar reliquias; esto en el pasado ha tenido consecuencias lamentables;
-vigilar para que se evite todo fraude, forma de comercio y
degeneración supersticiosa.
Las diversas formas de devoción popular a las reliquias de los
Santos, como el beso de las reliquias, adorno con luces y flores, bendición
impartida con las mismas, sacarlas en procesión, sin excluir la costumbre de
llevarlas a los enfermos para confortarles y dar más valor a sus súplicas para
obtener la curación, se deben realizar con gran dignidad y por un auténtico
impulso de fe. En cualquier caso, se evitará exponer las reliquias de los
Santos sobre la mesa del altar: ésta se reserva al Cuerpo y Sangre del Rey de
los mártires”.
Estas indicaciones del Directorio ofrecen una buena síntesis de
la doctrina católica sobre las reliquias, que, como hemos visto, han sido
veneradas desde antiguo y han sido apreciadas positivamente por el Magisterio
de la Iglesia a lo largo de los siglos.
Podemos decir, en resumen, que, sin dejar de avisar sobre
peligros, deformaciones o usos indebidos de las reliquias, la doctrina católica
considera las partes de los cuerpos de los santos u otros objetos relacionados
directamente con ellos, como una ayuda para entrar en contacto con Dios a
través de hombres y mujeres que se dejaron transformar por la gracia y
alcanzaron así el don de la salvación en Cristo. Esos hombres y mujeres son
ahora intercesores, se unen a la oración de Cristo al Padre en favor de sus
hermanos.
El Papa Francisco contempla como la reliquia de S. Genaro
se licúa antes de la misa solemne.
se licúa antes de la misa solemne.
Este es el sentido correcto del uso y veneración de las
reliquias, que ayudan al corazón cristiano para renovar su fe, y que permiten
así una mejor comprensión del Evangelio y una participación más consciente y
madura en los sacramentos, en los que no sólo recordamos (como al hacer uso de
las reliquias) la acción salvadora de Cristo, sino que la acogemos como fue
acogida, a veces de modo heroico, por tantos miles y miles de santos de todos
los tiempos.
Lorena Bais
Misioneros Digitales Católicos MDC
Confeccionado por Franja.
Continuará.
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